8 de junio de 2014

Cómic: 'Por qué Odio Saturno'.

Por Qué Odio Saturno nació, al igual que un humilde servidor, en 1990, escrito e ilustrado por Kyle Baker y constituyendo uno de los cómics más hilarantes que haya leído nunca. La narradora y protagonista a un mismo tiempo se llama Anne Merkel y es una escritora neoyorquina tan talentosa como irritable, quejica, desastrosa y misántropa. Su vida cómoda pero insatisfactoria experimenta un revulsivo gracias a su hermana Laura, que es justo lo más diametralmente opuesta a ella misma: misteriosa, ordenada, de hábitos sanos, concienciada con el medio ambiente, con confianza en sí misma y tan apasionadamente optimista que entra de lleno, literalmente, en la locura.

Portada de la edición de Planeta.

La obra destaca, sobretodo, en dos aspectos: los personajes y los diálogos. Los primeros, todo ellos, incluyendo los más secundarios, son divertidos y entrañables; aun los que también son mezquinos o ruines de un modo u otro... que son la mayoría. En cuanto a los segundos, son simple y deliciosamente geniales: ágiles, ingeniosos, incisivos y jocosos. Muchos no tienen más razón de ser que la de exponer la demencia de nuestra realidad al tiempo que crean atmósfera y definen personalidades: una labor de por sí importantísima que, además, ayudará a la transformación personal que acabará acometiendo Anne. En este apartado destaca el rol de Ricki, su mejor amigo y, a mi parecer, un trasunto del propio autor: básicamente está ahí para servirle de interlocutor, aunque acabará acaparando parte del interés que despierta la trama.

Tan ácidos e inteligentes como los mencionados coloquios son las amargas reflexiones que se construyen a través de ellos sobre la sociedad, el sexo, las relaciones sentimentales o la humanidad en general. Esta visión del mundo (muy cercana a la que servidor comparte con mucho colegas en calidad de bohemios de barra de bar o de admiradores confesos de George Carlin) resulta muy cínica y desencantada, pero también muy divertida, aunque sea de una manera asquerosamente frívola. Un mundo tan absurdo que a veces no podemos evitar sentirnos ajenos a ello, prácticamente como alienígenas. Concretamente, alienígenas de Saturno. Precisamente Laura, a través de la locura, consigue escapar del caos y del sinsentido de nuestro planeta marchándose a otro. Irónicamente, tal vez sea lo más cuerdo en un orbe tan loco.

Sin embargo, no quiero transmitir una idea equivocada, y he de añadir que el humor y la mala leche que impregnan a partes iguales esta lectura no se encuentran restringidos únicamente a los diálogos, si no que dominan el argumento y son extensibles incluso a los hilarantes extras de las páginas finales. La historia se mantiene fiel en todo momento, si bien experimenta un giro bastante brusco cerca de su desenlace que, de todas maneras, encaja perfectamente con su tono e intencionalidad.

La contraportada de la edición de Norma.


Por todos los aspectos comentados anteriormente, amén de por la intelectualidad de los protagonistas y de la ambientación en Nueva York, ha sido muy equiparada al cine de Woody Allen, algo que no me parece en absoluto descabellado. Sin embargo conviene aclarar que, aunque puedan tener en común algunas características, el Señor Baker ofrece un estilo propio y distinto, y que las diferencias se ven todavía más remarcadas por el simple hecho de trabajar en un medio narrativo diferente.

Falta por comentar el apartado gráfico, especialmente ideado para lectores poco habituados a la narrativa del noveno arte; de ahí que la distribución de viñetas por página sea tan simple e intuitiva dentro de su elegancia. Los dibujos están conformados por trazos claros y aparentemente sencillos pero muy expresivos, en un falso blanco y negro que realmente es tricolor. También cabe destacar la disposición de los textos, que no están enmarcados en bocadillos, si no que se encuentran bajo cada viñeta, a la guisa de subtítulos cinematográficos.

El Señor Baker, en todo su esplendor.


El único problema que le encuentro es que es demasiado breve como para seguir comentándolo sin destriparlo, por lo que no puedo añadir nada más, salvo que no dudaría en volver a acudir a esta especie de billete a Saturno, capaz de hacerme volar por un buen rato.

1 comentario:

  1. ¿Cual es mejor la edición de NORMA o la edición de PLANETA?

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